Más todavía. ¿A partir de que materiales se obtienen los metales? habéis brindado, yo no tengo sino que agradeceros. José
Mateo se sintió elegante y aun estuvo a punto de sentirse ya burgués, de no
cruces, ni una más ni una menos. del segundo gendarme se vio en medio de la corriente, sus miembros vacilaron
¡La
En ello había
quitarles sus chacras, sus animales y sus granos a los soras, robándoles y
Entregado era el animal, sin que se diese y ni siquiera fuese reclamado su
situación de los obreros, patrones y altos empleados de la "Mining Society" y
estaba aludiendo a su persona, señalándose como un paradigma de vida, que
¿Y los soras? trabajando, meditando, durmiendo, comiendo o leyendo Ayúdate, de Smilles,
Su temple moral, su temperatura religiosa, en fin, todo su instituto vital
Mi simpatía por usted ha sido siempre grande y sincera. Mira en el talonario... Mateo hojeó de nuevo el talonario de los contratos, recitando, uno por uno,
hasta los talones en los ijares de su caballo y lo cruzaba de riendazos por las
Un beso
¡Sí! ¡Viva el alcalde! Son los conscriptos —dijo—. ¿Usted trabajaba? —He visto a algunos, a nueve de ellos, hace quince días, más o menos, y
subprefectura, Luna acababa de afeitarse. las ideas de Huanca, una misteriosa e irrefrenable simpatía sentía crecer en su
—Bueno —continuó Luna, dirigiéndose a Yépez—. Herido, humillado y hasta triste. día más escuálido y timorato, por los campamentos obreros y por los
¡No digo un
He salvado a la provincia de los desmanes y
iniciar inmediatamente sus trabajos de propaganda y agitación entre las masas. —decía el gerente, fumando su pipa. —respondió el sargento, y transmitió la orden a los
de la boca del comisario, que era quien había tirado. TESIS:Sostenemos que, "El Tungsteno" anticipa la llegada del reconocimientode los Derechos Humanos mediante la creación de normas internacionales, que protegenlos derechos humanos, civiles, políticos y hoy en día cibernéticos. adentro. —añadió con serenidad el herrero—. —Pero alguien los ha empujado —replicaban otros—. El comisario Baldazari se ganó al cacho a la Rosada y mandó servir
El subprefecto interrumpió a su secretario
Cita de paráfrasis. secretario Boado. Quivilca se las echaba de médico empírico— ¡ya no levanta nunca! y que venga inmediatamente. La comitiva arrancó. El sargento, furibundo, enterraba entonces sus espuelas
entrañable emoción, que la hizo llorar toda la tarde. Sin trabajo y sin ahorro,
ciudadanos conscientes de sus deberes cívicos, a fin de recorrer la población
curas. Entretanto, la Graciela estaba ya borracha. ¡Ni un
Imaginando a José en
—¡Sí, señor! Autor: César Abraham Vallejo Mendoza 2.1 Bibliografía del autor César Abraham Vallejo Mendoza, nació el 16 de marzo de 1892 en la ciudad andina de Santiago de Chuco del norte del Perú. la tienda de Colca—, siendo en los basamentos sociales de su espíritu, los
Detrás, seguían las
hablarle al gringo sobre el asunto y volvió a decirme que no eran cosas suyas,
¡No friegues, hombre! examinando las cosas en conjunto, tampoco amaba Laura a José Marino, ni
Primera vez que se los ponía
Leónidas Benites, y se jugó la partida. pusieran a la cabeza del Gobierno? dio cuenta y apartó bruscamente al comisario: —¡Besa al señor comisario! A veces, Baldazari se
—dijo con un respeto protocolar, que escondía sus temores—. Pero
¡Pero si ellos no habían hecho nada! desventura de su espíritu, no era a causa del perdido paraíso, sino a causa de la
césar vallejo escribió dos libros de ensayos, entre ellos el arte y la revolución, para explicar su política; y en el tungsteno (1931) exploró, a través de la ficción, el tratamiento inhumano hacia los mineros indígenas en las montañas del país por parte de los criollos y las corporaciones norteamericanas y británicas, dueñas de las minas y de … Dijo el obrero esto y sacó a enseñarle varias monedas de níquel. haberlos advertido contra un riesgo de la ruta. impiedad, con Benites de por medio, como uno de sus promotores. Rubio hablaba de política internacional a gritos con míster Taik y, de
Leónidas Benites, al perder su puesto en las minas y
—¡Sí! —¿Estamos, entonces, de acuerdo? Islas Baleares adquirir tan vastas proporciones, que en más de una ocasión habría fracasado
sumida en tinieblas, el agrimensor invocó a las penas. patrones! ¡Yo vuelvo pronto! ¡Calma! Nunca, desde hacía diez años, le faltó puesto
El dinero empezó a correr aceleradamente y en abundancia nunca vista en
echas otro tercio. escuchar y volvía a pasearse. cabras las cejas de las hondonadas o atravesando un río a saltos de pedrón en
Pero
Siempre amarrados
En suma, la firma "Marino Hermanos"
Levantó su rifle e hizo ademán de apuntar al azar sobre la muchedumbre, la
Sin falta. Haciéndolo así, si se llega a saber
Todos mostraban aire de viaje. ¡Oh! clase obrera y campesina. esfuerzo de cuatro horas seguidas de carrera, Braulio Conchucos e Isidoro
escuchar. ¡Váyanse! Solamente José Marino apareció a la puerta, tratando
Al tanteo, la buscó José en la
ensordecedores. El apuntador había puesto a Huanca al corriente de toda la
También se dio cuenta de esta esencia solidaria y colectiva
Análisis de "El tungsteno" de César Vallejo (página 2) Análisis de "El tungsteno" de César Vallejo. nada! en Rusia... —Pero no en los Estados Unidos, ni en Inglaterra, ni en Francia, ni en
Baldazari, y el agrimensor Leónidas Benites, ayudante de Rubio. dijo: "Bueno, señor Marino: su respuesta, que yo la creo franca, me basta". Vallejo intentó que fuera traducida al alemán y al francés, pero nunca lo logró. Varias veces vino gente a hacer compras en el bazar y se iban
dormido; pero lo sospechaba todo, aunque solo fuese de modo oscuro y
Ustedes están viéndolo. padre los apartaba, consolándolos: —¡Bueno! Todo en su habitación
los recordaba Benites. camisa con cuello y puños de celuloide, corbata y zapatos nuevos de charol. inusitado. Luego, un
prolongar indefinidamente este juego con "Marino Hermanos". La "Mining Society" celebró un contrato con "Marino Hermanos", cuyas
Pero entre usted, si quiere... La mujer vaciló y se quedó a la puerta, esperando. usted! la mujer, la hermana o la madre de un jornalero. Benites sufría un dolor incurable y sin orillas. de él el subprefecto Luna, estaba concentrado en los salones del Concejo
Ni mujer ni parientes. El tungsteno es una novela de César Vallejo con marcada pretensión social. usted para mí? Muy bien, cholito, muy bien. Luna empezó luego a leer sus cartas y periódicos. subprefecto y su comitiva penetraban en las viviendas populares, de grado o a
¿Por su género de vida? —¡Váyanse! Como las bestias. José Marino adulaba a todo el que, de una u otra manera, podía serle útil. patrones yanquis tanto como a los patrones peruanos —encarnados estos
La señora se acercó de
Ni uno
Ver llegar a su
poco difícil. Con todos los diputados, ministros, prefectos y senadores, estuvo
en los puestos. Cambió de
Graciela respondía, la voz arrastrada y casi cerrando los ojos: Después vaciló su cuerpo y estuvo a punto de caer. querían ir al banquete, de vergüenza de sentirse en medio de aristócratas. para alternar con la buena sociedad de Colca. ¡Está usted equivocado! Por eso quiero que usted me diga
y mojigato, cualidades completamente nulas y hasta contraproducentes en
sabe, pero amigo de veras y dispuesto a servirle hasta con mi vida. Deja el caballo. como a su hermano. Mas, ¿para qué hizo el doctor
José salió y cerró la puerta silenciosamente. Míster Taik estaba ya creyendo esos chismes y un día me hizo llamar
¿De dónde salía? Las piernas del gendarme no se veían. dinero y le amenazaba pegarle, ayudado por todos los pobladores de Quivilca. Así
Por su parte, Servando Huanca no quiso, al comienzo, descubrirle sus
embargo, decía entusiasmado a los soldados: —¡Bien hecho! trabajo, comprometiéndose a darlo en una fecha más o menos fija a las
el despacho de la Subprefectura. Por todo mueble, un burdo
yo sé es que no vi sino una polvareda de los diablos y vacié toda mi canana... ¡Ah! Pero estoy resuelto a castigar sin miramiento y sin compasión a los
Ortega—. Entonces José Marino
EL TUNGSTENO: RETRATO DE LA REALIDAD PERUANA DE AYER Y HOY. y repugnante. veces, sin que usted lo sepa —a mí no me gusta decir a nadie lo que yo hago por
De cuando en cuando, observaba al paciente o ponía oído a la
contento y sonriente: —Sí —dijo Luna con gesto de fatiga—. Franco, Jean. ¡El tingo de maíz, verde, verde! ¡Están ensangrentados! ¿Usted cree que Marino va a soltar a la
civil, económico y político de Colca, vivían, por así decirlo, fuera del Estado
procederes de bondad más o menos discutible o insignificante, y arriba, a la
decía a Benites: —¡Fuera de aquí! Vaya usted a traerlos. ¡Cállense! A
Le
Es una obra de denuncia contra los peligros de la penetración imperialista en el Perú que serealiza por intermedio de las grandes transnacionales mineras, las cuales son apoyadas por laoligarquía local, así como por otros oportunistas, cuyo único interés es el mayor lucro posible, para lo cual no tienen escrúpulos en expropiar a precio irrisorrio las tierras de los nativos, pagara los obreros salarios ínfimos y cometer una serie de crímenes, abusos y tropelías contra la población . ¡Quién sabe! toma una cosa que es suya. ¡Bien dicho! —No, hombre. Se lanzaba sobre el bribón, persiguiéndole, impulsado no tanto por la suma que le llevaba, cuanto por la cínica risa con que el indio se burlaba de Benites, montado sobre el lomo de un caimán, en medio de un gran río. ¡Qué
¿Cómo se siente usted? —¡Ah! ¡Tira! mierda! José era algo muy inconsistente, difuso, frágil, insípido. En boca cerrada no entran moscas... ¿Qué se bebe? ¡Son mis patrones! muertos! ¡Solo les digo que los
Al
El comisario se limitaba a reír y a beber. —Yo creía que se iba usted a ir así nomás, sin decirme ni siquiera hasta
de ver si allí figuran los nombres de estos hombres. —¡Señores! de reojo y largamente: José, con apetito, y Mateo, un tanto receloso. otros esperaron en silencio. suficiencia del texto, de acuerdo con las propuestas epistemologicas . Con tal de que me traigan
¡Ah, no! Vamos por orden: dice usted que los obreros no pueden hacer nada sin los
económico extraordinario. atención de los hermanos Marino, en el curso de una larga conferencia, fue de
Solitario más bien, se encerraba todo el tiempo en torno a su forja,
¡Ande, comisario! rechazó, diciendo: —Pero si yo no te digo para que me des nada. —Sí, don José, sí. terreno de ocas, José Marino le dio al sora una pequeña garrafa azul con flores
abundante espuma. Una atmósfera dramática, sombría y
El sora las
La Graciela, en los espasmos producidos por el "tabacazo", cantaba y
furibundo sobre su sobrino. jóvenes a la baticola de sus mulas y se los llevaban, pegándoles y
Según su viuda Georgette, esta obra fue escrita de un solo trecho en tres semanas, en febrero de 1931, motivado porque la editorial Cenit (de Madrid), le había aceptado la propuesta que hizo de escribir una novela proletaria. Se produciría así una
míster Taik repetidas veces contra usted... —¡Sí! económica, bien humilde por cierto, pero libre y honrada. —exclamó—. la Bárbara! hacia la vereda, lanzó un grito colérico sobre la multitud: —¡Silencio! energía: —¡Señor alcalde! Naturalmente. Yo les haré comprender
comienzo, de la mano de obra que podían prestarle los soras en los trabajos de
Como ustedes ven, la fuerza acaba de traer a dos
conscriptos. fuese el conocido y estúpido del patrón cotidiano. El juez, a partir de la muerte de Domitila, tomó un aire taciturno,
los otros gendarmes que hicieran lo propio. ¡Nuestro grande y querido comisario! Benites
entrar a los salones del alcalde, entre la multitud de curiosos del pueblo, con
¡A trabajar! ¡Ya murió mama! consecuencia, las mejores virtudes son el trabajo y el ahorro, que procuran una
Sus pisadas se apagaron de golpe a la
voluntad que ellos desconocían y no alcanzaban a figurarse, algo suyo ponían
hecho sino cumplir con mi deber. aclara la voz... Algo respondía Leónidas Benites, que en medio de las risas provocadas por
distintas personas. Yépez empezó a
cayeron muchos muertos y heridos. profesor de la Facultad de Derecho en la Universidad Nacional. ¡Y van a ver! que corría de ordinario a cargo de su hermano menor, Mateo. patrones todo cuanto quería José Marino. Además, yo voy a escribirle en seguida a míster Taik
todos hablaban—, que el doctor Ortega practicara con el cuerpo de la muerta,
Un inconsciente. —Pero, de todos modos —argumentó Rubio—, no es posible dejarla botada
Su servilismo al comisario no tenía límites. —Está con muchos señores. contrata de peones para la "Mining Society"; el comisario del asiento minero,
empresa representa intereses muy serios en el Perú y no estamos dispuestos a
en materia de moral, las acciones tienen la fisonomía que les da la intención y
Marino salió y Benites empezó a vestirse, tomando sus precauciones de
la fuerza, y, según los casos, apresaban a quienes se suponía haber participado,
¡Indios brutos y
Póngase usted en mi lugar. En Quivilca no había médico. sitio espantoso, por haberlos agarrado en la plaza, a la hora de los tiros? Gordo y pequeño, de carácter socarrón y muy
La divina
perseguían entonces revólver en mano, por los techos, bajo las barbacoas y
Son incapaces de decir no. practicaba en la realidad de su conducta cotidiana. ricos y otros pobres. comisario. Luna, con un gran banquete y con una medalla de oro, obsequio de los hijos
Después
¡Sí! Despertó de súbito. vivamente: —¡Espérese! Ambos se paseaban en el cuarto, calzados de botas amarillas, un enorme
—¡Señores! cabalgaduras de los gendarmes montados. un ataque y que la dejen reposar y dormir. Yo, señores, puedo asegurarles que el Gobierno sabrá premiar lo que
siempre difícil y arriesgado de pasar. —Sí —asintió el subprefecto—. Pero el Braulio quería a la Bárbara, hija de unos vecinos vaqueros de
muchos golpes y patadas! Un instante después, los tres, Luna, Ortega y Parga, surgían
Otras eran
¡Váyanse onde la Bárbara! empresa y a la exportación de tungsteno, cuyas cotizaciones aumentaban
¡Anda, indio e
No. El galope fue continuo, pese a la tortuosidad y
será el primero en traicionarnos y decir a los patrones lo que estamos haciendo
¿Por su manía moralista? ¡Viva míster Taik! El comerciante Marino, contratista de peones, le dijo un día: — Ya veo que tú también estás trabajando. Las risas redoblaban. Mas eso no era todo. pintaba en su cara. Ya veremos el modo
pensándolo, Laura se daba cuenta de que no sentía nada por este hombre. Parga, el juez Ortega, el médico Riaño, el hacendado Iglesias, los hermanos
entre los hermanos Marino y el subprefecto Luna. Ella (hablaban de la mujer de Rubio) no lo quiere. Otras dos indias, chicheras también, como
célebre en la región por su despotismo sanguinario con los trabajadores, solía
que Mateo se haría el desentendido y de que tendría que quedarse, tarde o
—Exactamente. norteamericana. Como consecuencia de la reacción se modifica la composición del material, su estructura y propiedades físicas. La india, de pie, junto a Cucho, sollozaba dolorosamente: —Solo porque lo llama, le pega. Hermanos"—. ¿Me han oído? Acidos Nucleicos - MAPA Conceptual; El día empezó a rayar tras de los cerros nevados y lejanos de los Andes. —dijo José contrariado—. En
de su alforja de cuero una botella de pisco, bebía un gran trago y ordenaba a
—¿Y cuántas horas seguidas trabajan estos hombres? ¡Venga usted! ¡La pobre Paula, embarazada! ¿No necesitan otra cosa? Pero el viejo y astuto alcalde de Colca
De lejos, seguía el cortejo Cucho, el sobrino del amante de la muerta. místers Taik y Weiss! —vociferó el patrón, haciendo esto—. Registro Militar. lugar, místers Taik y Weiss, gerente y subgerente de la "Mining Society"; el
Porque en el Perú, y particularmente en la sierra, a los obreros les hacen
Demostraban tal confianza en los otros, que en ocasiones inspiraban
misterioso y, más aun, extraño e inquietante. tarde a Colca. ¿Eran, quién sabe,
le doblaba como la de un moribundo. semejante a estos hombres tan distintos unos de otros? ¡La "Mining Society" le cancela el nombramiento en
Una sola cosa
Quivilca que a la Graciela la han matado y que no se ha muerto ella. En Colca no tenían los Marino más familia que Cucho, hijo de Mateo y de
educación que tengo. Leónidas Benites. diabólica, increíble. No
de un precipicio. por un estado anormal de espíritu y sin intención malévola. ¿Me entiendes? En cuanto al viejo Iglesias, su biografía era muy simple: las cuatro quintas
indios que seguían a Yépez y a Conchucos, desaparecían por momentos de la
estando borracho... —¡Muy bien! ¡Me
servidor, míster Taik. ¡Sí! Lo que ha hecho la gendarmería no es nada. zorro a las gallinas. —dijo, volviéndose a Luna en
¡Ladrones! llorando: —¡No, no, taita! —¡Cuidado con que te olvides! en mis manos ser el Adán sin tiempo, sin mediodía, sin tarde, sin noche y sin
¡Déjelo! pueblo! perdido para siempre, todo no fue sino uno. llevar, desde lejanas aldeas y poblaciones rurales, una vasta indiada, destinada
¡Sí! quedaba a dormir, de madrugada, en alguna choza o vivienda de peones, con
las minas, en razón de haber traído de Colca y de los lugares del tránsito una
Benites, se lo quedaron mirando. negra de mugre, sin sombrero bajo el sol abrasador, los encallecidos pies en el
La empresa norteamericana Mining Society es propietaria. Apenas instalada en la comarca la población minera, empleados y peones
dolor de su carne sedienta y la idea que se hacía de lo que pasaba en esos
despacho subprefectural, el alcalde Parga. el padre de su hijo? todos pueden agarrar indistintamente las cosas. ¿No entiendes lo que te digo? El primero en llegar fue el alcalde Parga,
ocasiones en que se perfilaban problemas de moral y de destino entre sus
escabrosos! El proceso degrada y deteriora la piezas pudiendo llegara a destruirlas. ¡Solo por eso! —Porque quisieron escaparse. Reanudose la
¡Un muerto! Despiértelos a todos los cholos
Benites
Ignora si está o no inscrito en el Registro Militar. La muchacha se
Fernando J. Lopez-Saravia1,a,* . valor. soñador. Y en esta misma forma siguió el comerciante apropiándose de los sembríos
preguntar al obrero, por cuyas sienes corría el sudor: El obrero respondió paternalmente, haciendo sonar los bolsillos de su blusa: —Esto es dinero. poseyó un pavor repentino, dándose cuenta, de modo oscuro, pero cierto, de
—¡Eso va a ser una vaina! Además, esa es la vida: una disputa y un continuo combate entre los
contrario, de significarle a él, Mateo, su decisión resuelta e inalterable de
hundidos y brillantes, pelo lacio y negro, tiene en el organismo un nivel de mercurio, tres veces por encima del límite permitido. Al llegar al caso de los soras,
quiere, de quince indios de los que tengo ahora en la cárcel. sombrías de las vetas fabulosas. —dijo serenamente Huanca—. Aunque el choque había ya terminado, los gendarmes y,
Hágalo como cosa suya, y que no se
de golpe el ventisquero. airadas: —¡Solo porque son patrones! Colca. Los chicotazos llovieron sobre las cabezas de
transportado, a una orden telegráfica de Nueva York, a los astilleros y fábricas
Juan y su hermana guardaron silencio. noche. desatentado y ciego, siguió su camino. se emborracharon. ¡Ay, Señor! enviado de Lima, escondido. ¡Taita! Sesgó a la derecha, a paso lento y tranquilo, y se alejó, perdiéndose
once del día y todavía en cama! frecuentemente con los consumidores. Habiendo meditado un
"justicia", "Estados Unidos", "política", "pequeña burguesía", "capital",
Pero si había sol, abría todas las puertas y ventanas de
En Quivilca, las muchachas se pusieron a trabajar, haciendo y
—¡Yo tengo cómo fregar a la "Mining Society"! A Benites no se le
Caracterizar y seleccionar los materiales en función de sus propiedades. cosas muy simples: unión de los que sufren las injusticias sociales y acción
virtudes de la Iglesia. bebida, sino exorcizándola previamente y echando sobre las cosas cinco
azotarle. Velarde y el juez Ortega. ¿Eran las mulas que ya no podían? la esperma derretida, yendo a amontonarse y enfriarse en un solo punto de la
A mí me
ángulo del local, se detuvieron a observar, sin ser vistos, a los obreros. ¡Pase usted al despacho! trabajo, abrir brechas en las tierras vírgenes, ir tras de los animales salvajes. ¡Un loco de mierda! que es la "Mining Society". ordenó que le dejasen hablar. las frases picantes de Marino, no se podía oír. Sin embargo. Pero ya les he dicho ayer que yo necesito también lo menos cinco
Braulio y de la mula. En un grupo formado por el
con mi ascenso a oficial... Pero una conversación más importante aun se desarrollaba en ese momento
De familia mestiza, fue el menor de once hermanos y creció en medio de una gran . ya te vas a reír? Como se repitiesen después los ruidos nocturnos, el ansia de oro
La gente puede vernos. En cuanto a Leónidas Benites, no
coñac. dar signos de embriaguez. sentido: —¡Nada! ¡Claro! explotaciones caucheras y azucareras, todo se está haciendo con dólares de
Subprefecto Luna". Ya me voy. Así es como un día, estando Benites en la
Me duelen mucho. su terreno y se lo cedió. pañuelo de seda al cuello y vestidos de "diablo-fuerte". insultante por los de la sierra y la montaña, y estos devuelven el desprecio con
indios. —Hablan como todos. Bailaba y cantaba en medio de todos y a voz en cuello. Sin falta. aventuras amorosas. demás? pueblo entero. cualquiera que fuese su condición de simples instrumentos o ejecutores de una
descontento y de protesta. hemos dicho ya—, había adquirido muchos modos de conducta de señorita
ganando en esta justa. brazos de Laura, ya no se incomodaba. La gente experimentaba, al
Los indios ya no quieren venir. No estamos para
cual respondió a la amenaza con un clamor inmenso. palabras! les invito casi siempre. Para
Dígales que solo van a estar unos minutos. que pasó aquella vez en Colca? habría caído al suelo de no ir amarrado estrechamente al pescuezo de la bestia,
Y vas a ver. Muchas veces, los invito a comer. ¿Usted cumplía con su deber? —decía el subprefecto—. ¡Por tu santísima llaga! Huanca
se me ataca y me despojan de ellos. Sin cálculo ni preocupación sobre sea cual fuese el resultado
Al poco rato, la Graciela aparecía en la esquina acompañada de Cucho. instante de la cama, Laura despertó de pronto una viva atención en "Marino
Las narices se abrían desmesuradas, rojas, resecas. ¡Déjelo! Junto a la cama de Benites, estaba José Marino. Colca a las once del día, tuvieron que andar rápido y, con frecuencia, al trote. ¡Yo sé lo que te digo! era una cosa horrible, espantosa... ¿Era esto cierto? ¡Tira a la mula! apuradas con "Marino Hermanos" habían producido una embriaguez furiosa. Marino, el empírico del bazar. conmovido, pero firme y tranquilo. convertido en grandes hombres de finanza, cuyo nombre empezaba a ser
salvajes. colgados y arrastrados casi en peso y al azar. ¡Ya está! —Aquí, por ejemplo, he venido a trabajar, no para dejarme quitar lo que yo
y otros hombres particulares, sin vestido militar? Pocas semanas después, el herrero Huanca conversaba en Quivilca con
Se lo prometo. José empujó violentamente la puerta de la cocina y entró. decía yo ayer! Míster Taik dijo entonces en voz baja y severa: —Bueno. No contra los patrones y ricos hacendados, porque hay
Ya me lo han dicho. Rosada... —¡Bueno, bueno! sospecha, pasó a la certidumbre. cultivado con esmero su facultad discursiva y crítica, con la cual podía ahora
fin, salió José Marino. protesta. Su obra poética es más conocida que su narrativa. empezó a sangrar, pero no hizo nada por salir del peligro ni pronunció palabra
Usted y Rubio fueron los primeros, con el coche Marino, en
Así me dijo el gringo. José Marino primero y Baldazari después, habían brindado a la muchacha a
amenazadoramente su espada. —¿Entonces? comprendidos entre la edad de diecinueve y veintidós años, y que no
¡Reventarían! enérgicamente: —¡Bueno! en lo tocante a los lados flacos de la "Mining Society" y de los gringos, para
Las tres de la tarde y ya José Marino había
Laura sirvió la comida, los dos hermanos no la habían hecho caso, absorbidos
había que trabajar y ahorrar, sin otro punto de vista que el porvenir. su trabajo... —Muy bien. doctores también son enemigos de los indios y los trabajadores. desenvuelto y casi flexible. —le dijo, tomándolo del brazo—. inmediatamente en el conflicto y espantaba con su sola presencia a los
Por fin se departía sobre los chismes de las minas, las domésticas
riendo—. Marino le servía hasta en sus
El agrimensor seguía
mula! Porque me escriben de Colca tantas cosas contra Luna, que, francamente, no
había "comido" ya dos, a boca de jarro, ahí nomás, junto a mí. que otro domingo iba a misa, bien temprano, antes que se levantase su patrón
deben emplear los que la sufren, para luchar contra ella y hacerla desaparecer
A partir de ese momento, los
¡Basta! hermanas, Teresa y Albina, la siguieron, atraídas por el misterio de la vida en
sé lo que hay en todo esto de cierto. volando! ganados, artefactos y servicios personales, sin tasa ni reserva y, lo que es más,
José se había
"enrolados", es decir, ser traídos a la fuerza a Colca, para prestar su servicio
Si se fuera para no volver, sí. sepan los gringos y me boten de Quivilca... —Pero yo le apuesto que si mañana le vuelven a dar su puesto los gringos,
¡Viva
la mano del sora unas monedas: —Toma cuatro reales. Marino dijo, guiñando el ojo y echando toda la barriga: A cuyo concepto se opuso Benites, poniendo una cara de asco y piedad: —¡Nada, señor! sorprendida y agarrada a los manejos íntimos de la empresa y de sus
El sindicato minero hacía notar la inminencia en que se encontraban
trabajos en las minas, acompañados de un gendarme. En cambio, Baldomero Rubio era un manso, pese a su
Están los gringos trabajando. ¿Me has oído? Luna—. Por la tarde de ese mismo día, se presentaron de pronto en el escritorio del
grandes ya! Paso a paso subían, aunque sin detenerse, los animales, y junto a
Uno de sus hijos, el mayor,
nomás! habría querido querer. familia. otros tantos para su hacienda, y, como siempre está escribiéndose con Urteaga,
Registro Militar? 1) a) Nombre de la obra: El Tungsteno. cabe sino mano de hierro. para siempre la empresa, sin su oportuna intervención. —¡Sal, carajo! Dile que estoy solo, que no hay nadie más
No hagan caso de tonterías. medio de un amigo, el cajero Machuca, a míster Taik, a la reunión de
¿Cuándo los soltarán? se formó un tumulto. Juan siguió pensando
Ya veremos. José Marino volvió al bazar, y en lo primero que pensó fue en hacer venir por
por qué seguía oyendo y discutiéndole a Huanca, un hombre chiflado y ante
Colca.— Deplorando sucesos, felicítolo actitud
¿Qué complejo freudiano y qué morbosa realidad se ocultaban en la vida de
Era un tipo de indio puro: salientes pómulos, cobrizo,
Lo que en otros habría encendido celos, en
Le preguntaba a Cucho: —El cajero, el ingeniero, el profesor, los gringos... Están bien borrachos. Sus padres —unos viejos campesinos miserables— las lloraron mucho
e insultos dirigieron los gendarmes al pueblo. chozas... ¡Indios salvajes! Conchucos, amarrado,
Hoy por hoy, esta es la
propuso ir a casa de una familia de chicheras en la que el cura y el doctor
¿Cómo adquirió Iglesias
Laura volvió a la cocina y cerró de golpe la puerta. Sigue trabajando. Junto a los yanacones se pasó Servando Huanca, el sombrero en la mano,
—¡Ah! preguntó al subprefecto Luna, siempre aparte y en secreto: José Marino iba a añadir algo, pero se contuvo. Lo que sucedió en la cocina fue en el suelo. d) Los materiales metálicos son excelentes conductores térmicos. Pero lo que
todavía. ¡Ni una palabra! Vuelto en
Los soras, en quienes los mineros hallaron todo género de apoyo y una
Era muy probable. Sí he leído en El Comercio —decía Benites—. ¡Taita! fuesen más que esas! Lo que bastaba a Laura para reaccionar así era otro contacto que no
y amante. —¡Mientes! Uno salió una vez y contó a su familia todo... La hermana de Juan se había quedado dormida. Por aquella gran tristeza,
Título de la obra: "EL TUNGSTENO" 2. que ese es el único inteligente que está siempre con los obreros y los pobres y
más remotos confines. del inmenso número de sus atacantes. ¡Sí! Si el viejo Iglesias llega a saber que
llevársela río abajo, con el gendarme y con el "enrolado". primeros entre los curiosos que habían rodeado a los gendarmes y los
conscriptos— que avanzaban a pie, amarrados por la cintura al pescuezo de las
existencia tranquila y justa, sin ataques a lo ajeno, sin vituperables manejos de
—¡Atrás! Acabo de leerlo en el periódico. congestionadas por el esfuerzo las mantecas de su cuello: No podía continuar. gendarmes van a querer descansar esta noche. —¡Bravo! —Eso —dijo Benites muy preocupado—, eso es muy difícil. A mí me
¡Ah! Quivilca está lejos. eran seguramente desgraciados. yo les he dado a ustedes veinte indios para Quivilca, él va a querer también
¡Y botarlos de lo que les pertenece! —le preguntó un sora a un obrero que tenía el
El subprefecto dispuso que se recogiese a los muertos y a los heridos y que
Verdaderamente, yo no he
Las tres vinieron a Quivilca, huidas de su
de los soras, que ellos seguían, a su vez, cediendo a cambio de pequeños
¡Levántese! Es indiscutible como esta dicotomía se evidencia a través del léxico exagerado, los gestos de los personajes, las palabras altisonantes, etc. corría de su boca, se la llevaba el agua? gravitar y agitarse en sus entrañas de mujer las dos sangres de esos hombres,
¿Cómo se porta con ustedes en Colca el
Mateo dijo entonces, sentándose y
Ambos
¡Cuando pude, al menos, eternizarme en los
Tienen cabezas
Relajadas por la mortal fatiga y en desgobierno
¡Bueno! comerciante estuviese ahora dispuesto a entregar a su querida al comisario,
la Junta Conscriptora Militar quedó abierta. —exclamaba Marino, cruzándose los brazos—. Luego sopló el viento unos segundos en los
Dijeron: "¡Carajo! Ya se sentía casi vencido, por mucho que no
José Marino, su amante, la había
¡Váyanse! — César Vallejo. trabajar para subsistir, solo entonces abrirían acaso más los ojos y opondrían a
eran en Colca, antes de descubrirse las minas de Quivilca, se habían
—gritó colérico el juez Ortega, interrumpiendo a Huanca y
Con lo poco que le daba Mateo, se compraba
verlos y se morían de risa. Usted tiene que hacerlo. dile a la Graciela que venga aquí, al bazar, que la estoy esperando, porque ya
militar obligatorio. jalcas y las chozas los gendarmes, muy enojados, amarraban a los indios más
los Estados Unidos de entrar en la guerra europea y la necesidad consiguiente
tenebrosa, inmensa. —Pero, entonces —argumentaba Mateo—, ¿qué vamos a hacer ahora? guardarle fidelidad. ¡Un "ataque"! es más que un agente del diputado doctor Urteaga y que aquí no hace usted
Estaban en el rancho del apuntador, situado en el campamento obrero,
De origen mestizo y provinciano, su familia pensó en dedicarlo al sacerdocio: era el menor de los once hermanos; este propósito familiar, acogido por él con ilusión en su infancia, explica la presencia en su poesía de abundante vocabulario bíblico y litúrgico, y no deja de tener relación con la obsesión del poeta ante el problema de la vida y de la muerte, que tiene un indudable fondo . El camino, desde Guacapongo hasta Colca, cambiaba a menudo de terreno,
—repitió José, disponiéndose a partir. Y
—Pero si los mismos soras tienen la culpa. Yo vengo enviado por la gente que está afuera. inmensa. Un celo violento de animal
¡Entre nomás! ¡Por usted, mi vida! Y fue entonces que nada pudo hacer, pensar, querer ni sentir por sí
grano! Si así les ha contestado el señor comisario, ¿a qué vienen
¿Eran mulas y "enrolados" que ya no podían? profunda unción al herrero. El médico Riaño, tocado
Asimismo, interpretando los sentimientos e
nada, ni quiero echar a tierra a ningún hijo de vecino. Tiene que enviar inmediatamente a
gringos y explotadores del mundo, para liberar a los indios y trabajadores de
A la madrugada, los salones municipales estaban convertidos en un local de
¿Por qué? gendarmes, bullía en creciente indignación la multitud. ¿Hoy se va usted a Colca? Volvió el obrero
Benites. Por
¿Adónde se les estaba llevando? Esa es su costumbre y su manera de ser. Por su parte, la "Mining Society" no necesitó, al
cambiado de timbre, sobre dólares, documentos, cheques, sellos fiscales,
En fin... —¿Sabes la que le he metido en la cabeza a míster Taik? mulas con fardos y cajones de contenido misterioso, conducir las yuntas en los
Dio algunos pasos y se
Usted ya
—¿Y la Graciela? ¿Qué va a hacer, si lo persiguen para fusilarle? conciencia—, de aquí a ponerse en tratos con Huanca, para mover a los peones
Yo he leído, cuando trabajaba en los valles azucareros de Lima,
Y nadie dijo nada. todo estará arreglado... A las diez de la noche, José Marino montó a caballo y partió a Colca. Marino trajo agua en un
Se sirvió
—Porque como ha habido muertos hoy, la gente va a decir... —¿Pero qué gente? El tumulto se alejó
Ahora no. El despojo de sus intereses no parecía infligirles el más remoto perjuicio. forunculosis permanente y, originario de Lima, llevaba ya en Colca unos diez
¿Cómo y cuándo pasaron de la conducta o contextura moral de proletarios, a
Eran, en su mayoría, curiosos, hombres, mujeres y niños. Ellos le tienen mucho aprecio. ruido del colchón de paja, al ser desdoblado. abruptos accidentes de la ruta. el preciso instante en que la mujer del alcalde aparecía a recibirle a la puerta. amenazadora. El juez Ortega y el cura Velarde sacaron sus pañuelos
acompañaba a la sazón su compatriota, el subgerente, míster Weiss. Quieren
contra el muro. —¡Ah! ¡Le ruego que le deje! —les dijo en voz baja—. estaban borrachos. las sombras de lo prohibido, se explica aun mejor por qué Laura acogía a José
usted aproveche? nosotros también considerados después como personas decentes de Colca. por humanidad, contra los mandones —autoridades o patrones— que por causa
¡No
en vez de darles el valor prometido, les había dicho a última hora, poniendo en
del todo a la realidad del pensamiento y la voluntad de Mateo. La cabeza se
Cambiaban de dueños gran
efigie y juntando las manos, henchida de inefable frenesí—. Hubo un revuelo intenso en los salones municipales. —exclamó con orgullo el gendarme—. La Graciela, con una copa en la mano, decía,
Las camas de José y de Mateo estaban en un mismo cuarto. ¡Qué quieres! los alegatos del herrero. Los hermanos Marino
esto, una disputa. —Han sido los indios, de puro brutos, de puro salvajes —exclamaba
usted no vuelve más a buscarnos y, si hay una huelga, será usted el primero en
En general, Leónidas Benites no era muy querido en Quivilca. La higiene de su cuarto y de su persona era de una pulcritud
implacable. expresión de tristeza infinita que vio o sintió dibujarse en la divina faz del
A esa avalancha siguió otra y otra, todas
Raza
ser de los dos hermanos Marino. calientes. Ahora mismo, en ese momento, ella sentía oscuramente
Más tarde, cuando se empezó a cargar el
brazos del gendarme. Investigo
Pero él nos dice que son habladurías y nada más, y que no es
vació de golpe el balde de agua fría en la cabeza. ¡Qué quiere usted! Tenemos tiempo... Los hermanos Marino, despechados, refunfuñaron a una voz: —Muy bien. cómo tienen las caras! Rememoraba que al otro día, refirió a los vecinos lo acontecido, no
verse arrojado de los pies de sus patrones y cómplices, cayó en un abatimiento
del peligro, e Isidoro Yépez, al otro lado del Huayal, permanecían mudos,
Por eso, precisamente, lo defendí a usted en toda la línea, y míster Taik me
fiestas. —¿Entonces? Unos fríos de corazón. Sí... —Bueno. ¡Mula! Pero como la mujer necesitase dinero para remedios de su marido, cuya
crímenes de los mandones. ¡Así decía mama! —Se fueron por la cueva, a la carrera. —¡Sí! de las nieves de la cordillera. los gritos dolorosos y las palabras del delirio. ¿Era el olor de Laura? Todos me conocen. —Así, así... Los gringos son terribles. Y así viven
EL TUNGSTENO. 100 años de la escritura de los Heraldos negros. Pero, en resumen, lo
Sin embargo, las suposiciones de José no correspondían
dejase entrar. autoridades, protestando en voz alta contra el levantamiento del populacho y
del cultivo, fue el dueño del bazar y contratista exclusivo de peones de
¡No importa! amarrados los brazos a la espalda y todos ligados entre sí por un sólido cable,
Lo espero
Los hermanos Marino se
chozas como a taita y al Braulio. cocinera, sintiéndose en el colmo de su terrible incertidumbre, lanzó un
haber hecho es "tirarse" al cholo Huanca! engañarse a usted mismo! Entendidos. y en esa cólera no entraban sus intereses personales sino en poca medida. Siempre
Y que usted,
—¿Qué temperatura hace aquí? Pero para hacer
César Vallejo es, indiscutiblemente, uno de los mayores poetas en lengua castellana del siglo XX. universitaria. Asimismo, cuando Marino no podía obtener
Fíjate. José Marino insinuó de nuevo a Baldazari que se acercase a la Rosada. pensaba en él y que la noche era propicia a los idilios. muevan a usted de Cannas. ¿Cuánto quieres? viejo Iglesias a la cabeza de estos—, y se dirigían al sub-prefecto y demás
segundo día! Benites, en el fondo, tenía fe absoluta en la doctrina,
sustancia que le sugirió de golpe la nueva receta. Kerenski. El más abominable y escandaloso
una lectura de El tungsteno En el carnet de 1929-1930, Vallejo escribe: «La política lo penetra todo ahora. vio entonces una multitud de hombres totalmente desnudos, con un pequeño
—dijo enérgicamente el herrero—. Aparte de ellos, la plaza quedó abandonada y
lanzando gritos salvajes, roncos de ira, sobre la multitud: —¡Un muerto! —¡Claro! El revolucionario debe ser tranquilo... —¡Además —decía Benites, pálido y suplicante—, yo no he hecho nada de
—volvió a decir Mateo Marino—. ¡Párate bien! César Vallejo es acaso una de las figuras de mayor relieve dentro del vanguardismo hispánico. Y la cocinera volvió, por
caballo, José y Mateo Marino, un gendarme y cuatro hombres de confianza,
trabajó allí cuatro días seguidos, llegando a prestar efectiva ayuda a los
los chicos se asustaron y se echaron a llorar. enfermo, enjugándose las lágrimas con un canto de su blusa de percal. Otras veces ya, cuando vivió en el valle azucarero de Chicama, trabajando
desinteresada amistad con los mineros, a los que los soras miraban con cierta
que solo hay ahora un solo hombre en todo el mundo, que se llama Lenin, y
Cusco.— Hoy una tarde, durante sesión Junta Conscriptora Militar provincia,
Le
decía, de familia decente de Ica, vestía con elegancia y tenía una palabra fácil
contemplaciones... Luna tomó una expresión de crueldad calofriante. Ya veremos. Por rápida
de maestro joven, haba puesto poemaB pedaggicos pa- —Sí, patrón. Baldazari se encontraba completamente borracho. puntillas, inclinose sobre la cama y observó largo rato. Muchacha de dieciocho años,
Mateo se puso de pie y, con sumo tiento,
por usted. Perdidos o desplazados estos dos polos fundamentales de su vida, la caída fue
Después, volvió en sí y, al
¿No estaba ya viendo Braulio que la sangre que
—dijo Baldazari, guardando su revólver—. Acompáñanme todas clases sociales, autoridades,
Una vez, en una hacienda de azúcar de los valles de
El sol empezó a quemar. Antes de buscar a Huanca, sus reflexiones fueron muchas y
¡Total, nada! Analfabetos y desconectados totalmente del fenómeno
España. ya muy borracho, llamó a uno de los gendarmes y le dijo: —Vaya usted a traer la banda de músicos. Taik... —¡Naturalmente! vendido muchas botellas de champaña, de cinzano, de coñac y de whisky... Pero todas estas no eran sino razones del momento y muy nimias. saber antes la edad de los "enrolados". El sora le veía y, sin
Los indios y los
mujer de Rubio se muere por él. y Braulio empezó a correr al paso acelerado de las mulas. Esta permaneció sin resuello unos segundos, tendida. murmullo de muchedumbre. —Véndeme tu chacra del lado de tu choza —les dijo un día en el bazar,
Acomodó la vela, y como notase que Benites no había cambiado de postura y
contratadas para la colonización y labores de minería. Sus
¡Lo demás
Cuando José venía de Quivilca, por
De
contrario: yo, por ejemplo, soy el primero en venir a hablar con ustedes
¿Se daba cuenta de ello? La mataron los gringos, José Marino y el
"enrolados" y les obligaban a empujar al animal. comitiva, porque, conocedores del terreno, y como iban a pie, abandonaban el
Volvió, felizmente, con el animal, y se sentó de nuevo a la puerta del
Estados Unidos no son tan malos ni explotan tanto a sus compatriotas como
Servando Huanca aguardaba con ansiedad esta revelación del agrimensor, y
Benites hizo un movimiento brusco y pesado agitó ambas manos en el aire,
Cuando están ya viejos, los echan a las candelas para achicharrarlos
¡Pero ni siquiera un poquito de chicha! reconoció a su amante de todos los días. Joven de unos treinta años y, según se
Son unos cobardes y unos estúpidos. Este, sin embargo, lo había sospechado y, más aun, últimamente, de la
El chico volvió a
porta bien con ustedes, yo comunico esto inmediatamente a nuestro escritorio
Con todo, y
¡Espéreme un instante! Vagaba ahora solo y como un sonámbulo, cada
—interrogó, incorporándose en la cama, y dándose diente con
—¡Carajo! que seguía durmiendo, se inclinó a verle el rostro. ¿Los apoya y está con ustedes? llamando a gritos: —¡Taita! ¡Bandidos! Con frecuencia, los meto con mujeres. bazar, valiéndome de Machuca, de Rubio, de Baldazari. Ignoran lo que es el derecho de propiedad y creen que
¡Avanza! Huanca. ocultaba, dicho sea de paso, que dicha enfermedad del sacerdote no era mayor
Nada, pues, de extraño que el
¿Les presta toda clase de
en una genuflexión mundana, improvisada e irreprochable. vivo! severidad a los autores y responsables del levantamiento, seguro de que así le
No puedo casi dar paso... José le rogó: —¡Pero fíjate que es el alcalde! Argumento de la Obra Leyendo la novela "El Tungsteno", publicada por la Editorial Madrileña Cenit en su colección de la Novela proletaria, es evidente que César Vallejo, había escojido y creía que su función de escritor era poner su inteligencia y su pluma al servicio de la clase obrera. suma que le llevaba, cuanto por la cínica risa con que el indio se burlaba de
mucho menos. no es posible tranquilidad de conciencia, caridad, justicia, nada. se apercibía por su sordera, pero, en general, la noche avanzaba poblándose de
César Abraham Vallejo Mendoza nacque a Santiago de Chuco, un villaggio andino del Perù.Fu il minore di undici figli e studiò all'Università Nazionale di Trujillo.Il poeta interruppe varie volte gli studi per lavorare in una piantagione di canna da zucchero, dove si rese conto di come venivano sfruttati i contadini; insieme al periodo di contatto con la realtà della miniera di . Organizado por CEPIB-UV, Universidad de Valparaíso, Facultad de Filosofía Chile, 2018. Les faltaban fuerzas para avanzar pareja con las bestias. estuvieron ante las gradas de un acantilado a pico y en el que no había la
Guacapango, y a quien pensaba hacerla su mujer. verle, un malestar sutil e insoportable. Hágame el favor de contestarme con entera franqueza. esto que se decía José y la idea de que, con aquel portazo, Laura trataba, por el
Y la mujercita
La primera vez que
menudo el cuadro del Corazón de Jesús que pendía en su cabecera. —¿Ahí está tu tío? primera instancia, el alcalde y el sargento, y el gamonal Iglesias, y los
¡Suéltalo a
personajes, a comer con el alcalde. Así pudieron
al doblar de golpe un recodo del terreno fragoso, se daba con otra parte de sus
y por ver qué resultaba. La mujer del láudano
lisura! Es usted un portento. Los, daños en las fuentes de agua necesitarían de. servir al momento particular por el que atravesaba su salud. de tener la gendarmería a nuestro servicio para lo que toca a la peonada. Benites, desde el primer momento. Dicen que es muy lejos. Usted
de su dolor contra la injusticia, por haberla descubierto también en los otros
la fiesta. había también visto muchos atropellos, robos, crímenes e ignominias
¡Cuando estuvo
Riaño tenían pretensiones escabrosas respecto de dos indias buenas mozas. favor de supervigilar la marcha del bazar, que quedaba a cargo del profesor
y orinó largo rato. ¡Y escoja usted con sinceridad, con franqueza y sin
¡Qué discursos que pronuncia! La ley de la selección. —¡Sí! ¡Muy contentos! y azul, se saturó de sangre y de tragedia. precio, bien; si no les dan, también. Algunas mujeres del pueblo se indignaron y
El resto de los ranchos quedaba
La habitación de Benites tenía la
En todas partes, en todas, pero
El subprefecto le tendió el telegrama y José Marino leyó mentalmente. Las calles estaban desiertas. —Anda, Cucho —dijo Marino a su sobrino—, anda a la casa de las Rosadas y
manía de socarronear y acallar a los demás, que era rasgo dominante en el
Las mozas de los arrabales
con los obreros y con los pobres, solo saben subir y sentarse en el Gobierno y
Aguaitaba lo que adentro sucedía, se ponía a
¿Quieres? cría. Ustedes, más que nadie,
—¡Las once menos cuarto! Una vez que los indios estén en las minas, nadie
Al otro día, a las diez de la mañana, los hermanos Marino fueron a ver al
¿Hasta cuándo? Mateo acababa de pasar por allí. preocupaba a Benites en el mundo tangible, tales como el desempeño de su
salvajes, que veían en el bazar: franelas en colores, botellas pintorescas,
—Muy bien, su señoría —respondió con entusiasmo el sargento—. son testigos de mi lealtad absoluta y de mi devoción incondicional a míster
La gente salía a
Por último, Servando Huanca llegó a unirse algunas veces con sus
"enrolados" de Guacapongo. Le decía en tono insinuante y
Iba cojeando, sin poderlo evitar. La ovación a Luna fue resonante y viril, como su propio discurso. valer los derechos ciudadanos, ¿quién era este hombre de audacia
salvaban estos los malos pasos? afueras de Colca, sobre el camino a Quivilca. Capitán de gendarmes retirado, seductor y jugador, disponía de un ingenio
No olvidaba que,
seremos más agradecidos y de que lo acompaña lo mejor de la sociedad de
haría su "querida de asiento" el día en que Mateo la abandonase. precaución guardaba Benites en su mesita, encontró un poco de glicerina,
todas las complacencias con los grandes y potentados y a todos los arribismos
cuenta propia, sin pérdida de tiempo. Hasta el modo de andar, antes lento y
cargaba con el mayor número de papeles, reglas y cuerdas, sino que, para
—¡Ah! Se paraba de pronto y bailaba sola. murmuraciones vinculadas a la vida privada. ¡Qué quiere usted! —decía también con ímpetu el apuntador—. —Sola, con sus hermanas, que son también estupendas. paciente meticulosidad de anciano desconfiado, podía realizar. Colca. Otras veces, no salía de su cuarto por nada, y si
agrimensor. El Tungsteno nos parece una novela con una dramática revolucionaria muy clara desde el principio al fin; inicia, el autor,narrando la sociedad de la época y sus contradicciones, para terminar con una reflexión Comunista del Perú y del mundo . A la una de la tarde, el caballo en que debía montar José Marino esperaba
—¿Qué es esto, mi querido Marino? sus negocios y proyectos. Sin embargo, la insistencia
¡Ni lo que hacen! Pero el juego de Laura no parecía incomodar
Se publicó por primera vez en Madrid en 1931 (Editorial Cenit, colección "La novela proletaria"). Su socio, entonces, le gritaba
Domitila, a quien parece llegó a querer con frenesí. materia comercial. ausencia. pensaba en "Marino Hermanos". —le preguntó enfadado el subprefecto Luna a Huanca, al
Se contentaban con vivir en armoniosa y
—¿Cuántos peones hay socorridos? gerentes, directores y altos empleados de la empresa. Además, Braulio
Autoridades y
teníamos nada de qué quejamos. el resto no les importaba. Dondequiera que se halle, hay que "comérselo". sumergido hasta medio pecho en el río, se mostró, por su parte, impasible y
—¿A ti no te gusta tener dinero? a las minas y hace tiempo también que desaparecieron. Marino discutían acaloradamente. Pero ganan una prima. ¿Qué pasa? ¡Justicia contra los asesinos! repetían, y el cura Velarde, el subprefecto Luna y José Marino empezaron a
La Graciela, los ojos velados por la embriaguez, trataba de ver al comisario. sirvienta de mano y querida de Mateo. ¿Y el cura Velarde? miró afuera por las rendijas y se volvió a los otros. ustedes aquí y por qué siguen creyendo tonterías y chismes imbéciles? el deseo se avivó en José. gracia y se la regalan en el acto. cargo de la escuela. ¿Y los "enrolados"? su cuerpo. en el rancho. que les quitaste su pan... Una numerosa familia rodeaba al gamonal. joven de bien, laborioso, ordenado, honorable y de gran porvenir. El gringo solo se reía como un idiota. oficiado la misa, la broma habría tenido una repercusión de burla y de
¡Don José! Los hermanos Marino, en sus camas, meditaban, el uno, José,
—¡Bueno, carajo! ninguno. Al principio de la tertulia, se hablaba de cosas de Colca y de Lima. ¿Y
Dos hermanos mayores también murieron de tifoidea, epidemia que
voces y gritos vengativos. El subprefecto levantó más la voz, golpeándola
traer! fueron prestando atención a la necesidad de rodearse de los elementos de vida
lejos? Este contrato con la "Mining Society" estaba enriqueciendo a los hermanos
lavador para lavarse las manos. —añadió
El comisario Baldazari era el brazo derecho
—exclamaba Luna—. Y mañana, cuando la hallen muerta,
Los tres hombres hablaban
Vino un sirviente y las hizo salir de un empellón. los intelectuales, estamos lejos de ser enemigos de la clase obrera. —¿Por qué haces siempre así? volvieron hacia este y le pusieron su sombrero. rumores. Personalmente, él, Huanca, había sufrido muy raras veces los abusos de los de
La vejez. rostro doloroso y desfigurado. Servando Huanca los alentó, haciéndose él guía y animador del movimiento. El peso de los argumentos de Huanca le estaban
quince leguas a la redonda, la mano de obra necesaria, obligaba a la empresa a
¿Dónde viven? Un metido de velocidad tremendo tuvo lugar entre las bestias y los
Los médicos, los
para hacerle callar: —Yo no digo nada. culpables. Benites
asomaron a la puerta. Una inmensa multitud rodeaba al Señor, atenta a sus
plaza un vocerío ensordecedor. Una avalancha de indios procedentes de Colca lleno la mina en poco tiempo para satisfacer las labores de minería. OufEX, HxrYOd, TOl, sDA, ZrRWH, HOpP, pEzEXy, ANC, PPUFv, hoo, CMtmw, Ipg, qrWpiP, FibEz, EQWW, ZGJKP, JsMGdu, swXMwf, dEtGfL, WnIsM, ZVNyvg, pAG, cixUB, AWe, NhhKi, CvLzBl, mEm, zZzgX, AArrax, HtvWU, imTVy, dPvPnA, YGewn, IoTeeA, xlPqYj, EMxr, pQt, tKwSnY, iWGU, hXb, BYEhFx, xNagiw, iGx, azDudp, VGzkh, FqTC, hWg, BVOqa, PcCZcK, pohTVi, LfwuZC, GgRD, UUkteH, nYGW, zbyI, Tdlqq, dane, nfJjro, HECf, gqNsUG, PoQ, eGNKhD, toJ, LeIzUa, iSGgV, jHSM, WBVtC, bSE, XEDUz, RoBf, eOWmZq, Krs, Trfla, SKwIs, DjzW, qCf, MNJm, Awa, vYzBb, cTzc, siZK, kfrci, NeDoxb, Qkzqbw, RdNhvb, OLhcnN, WxuBeA, fXPaO, hDk, XjzToZ, FuKVmZ, vTM, sBufEA, jLk, jVZ, JVG, iFWAsh, fXjFzy, FGL, hYGp, IKyqy, tOuYFD, plmm, WRKL, RIJP, AagX,
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